Moscú invierte los papeles en Kiev
La arriesgada apuesta de Rusia en Ucrania
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Artículo del año 2008: “Obama desencadenará la Tercera Guerra Mundial partiendo de la península Crimea”
¿Puede Washington derrocar tres gobiernos a la vez?
El poder de un Estado se mide a la vez por su capacidad para defenderse y por su posibilidad de atacar en uno o varios frentes. Bajo esa óptica, Washington está tratando –por primera vez– de demostrar que es capaz de derrocar tres gobiernos simultáneamente: en Siria, en Ucrania y en Venezuela. Creyendo que, si lo logra, ningún gobierno tendrá ya posibilidades de hacerle frente.
RED VOLTAIRE | DAMASCO
- ¿Y desde cuándo el imperialismo apoya revoluciones?
- Imagen captada en la plaza Maidan, Kiev.
Washington, después de fracasar en 2011 en su intento de bombardear simultáneamente Libia y Siria, está tratando de hacer una nueva demostración de fuerza: organizar cambios de régimen en tres Estados al mismo tiempo y en diferentes regiones del mundo –en Siria (CentCom), Ucrania (EuCom) y Venezuela (SouthCom).
Para lograrlo, el presidente Obama ha movilizado prácticamente todo el equipo de su Consejo de Seguridad Nacional.
Primeramente, la consejera de seguridad nacional Susan Rice y la embajadora ante la ONU Samantha Power. Las dos son maestras en el uso de la jerga «democrática». Y durante años se han especializado en aconsejar la injerencia en los asuntos internos de otros Estados con el pretexto de prevenir genocidios. Sin embargo, y a pesar de sus generosos discursos, a ninguna de las dos les importan las vidas no estadounidenses, como lo demostró la señora Power en el momento de la crisis de las armas químicas en la Ghoutta de Damasco. La señora embajadora de Estados Unidos, quien sabía perfectamente que las autoridades sirias no habían cometido aquel acto, simplemente se fue a Europa para asistir con su esposo a un festival de cine dedicado a Charles Chaplin mientras que su gobierno denunciaba un crimen contra la humanidad atribuyéndolo al presidente Assad.
Están también los tres responsables por regiones: Philip Gordon (Medio Oriente y Norte de África), Karen Donfried (Europa y Eurasia) y Ricardo Zúñiga (Latinoamérica).
- Phil Gordon (amigo personal y traductor del ex presidente francés Nicolas Sarkozy) organizó el sabotaje de la conferencia de paz Ginebra 2 hasta que la cuestión palestina se resuelva en función de lo que quiere Estados Unidos. Durante la segunda sesión de Ginebra 2, mientras que el secretario de Estado John Kerry hablaba de paz, Phil Gordon reunía en Washington a los jefes de los servicios secretos de Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Turquía para preparar un enésimo ataque contra Siria. Estos conspiradores han reunido en Jordania un ejército de 13 000 hombres, de los que sólo 1 000 han recibido un breve entrenamiento militar para pilotear blindados y tomar Damasco. El problema es que esa columna corre el riesgo de ser destruida por el Ejército Árabe Sirio antes de alcanzar la capital siria. Pero sus padrinos no logran ponerse de acuerdo sobre la manera de defender esa fuerza sin equiparla con armamento antiaéreo, que pudiera ser utilizado después contra la aviación de Israel.
- Karen Donfried es la ex oficial nacional de inteligencia a cargo de Europa. Dirigió durante mucho tiempo elGerman Marshall Fund en Berlín. Actualmente se dedica a manipular a la Unión Europea para enmascarar el intervencionismo de Washington en Ucrania. A pesar de la reciente revelación del contenido de una conversación telefónica de la embajadora estadounidense Victoria Nuland, la señora Donfried logró hacerles creer a los europeos que el objetivo de la oposición de Kiev era unirse a la Unión Europea y que estaban luchando por la democracia, cuando en realidad más de la mitad de los amotinados de la plaza Maidan son miembros de partidos nazis y agitan retratos de Stepan Bandera, quien colaboró con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
- Para terminar, Ricardo Zúñiga es nieto del Ricardo Zúñiga que presidió el Partido Nacional de Honduras y que organizó los golpes de Estado militares de 1963 y 1972 a favor del general López Arellano. El nuevo Zúñiga dirigió la estación de la CIA en La Habana, donde reclutó agentes y los financió para fabricar una oposición contra Fidel Castro. Y ahora moviliza a la extrema derecha trotskista en Venezuela para derrocar al presidente Nicolás Maduro acusándolo de stalinismo.
La parte mediática de estas operaciones está en manos de Dan Rhodes, el especialista en propaganda que se encargó en el pasado de escribir la versión oficial de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 redactando el informe de la comisión presidencial. En ese informe, Rhodes eliminó toda huella del golpe de Estado militar que se produjo aquel día (al presidente George W. Bush se le retiró el poder sobre las 10 de la mañana y no se le devolvió hasta la noche, todo su gabinete y los miembros del Congreso fueron confinados en búnkeres, supuestamente para «garantizar su seguridad») para que sólo quedara el recuerdo de los atentados.
En las operaciones organizadas contra Siria, Ucrania y Venezuela, la narrativa estadounidense reposa exactamente sobre los mismos principios: acusar a los gobiernos de matar a sus propios ciudadanos, calificar a los opositores de «democráticos», adoptar sanciones contra los «asesinos» y, en definitiva, concretar un golpe de Estado.
El movimiento comienza siempre con una manifestación en la que mueren opositores pacíficos y ambos bandos se acusan mutuamente de los hechos de violencia. En realidad, fuerzas especiales o elementos a las órdenes de Estados Unidos o de la OTAN, convenientemente ubicados, disparan a la vez contra la multitud y contra la policía. Así sucedió en Deraa (Siria) en 2011, al igual que en Kiev (Ucrania) y en Caracas (Venezuela) en los últimos días. En el caso de Venezuela, las autopsias practicadas demuestran que 2 víctimas –un manifestante de la oposición y otro favorable al gobierno– fueron baleadas con la misma arma.
Calificar a los opositores de «democráticos» es un simple juego de retórica. En Siria, se trata de takfiristas financiados por la peor dictadura del planeta: la de Arabia Saudita. En Ucrania, son unos cuantos proeuropeos sinceros rodeados de un montón de nazis. En Venezuela, son jóvenes trotskistas de familias acomodadas respaldados por milicias a sueldo de dueños de empresas. Y en todos los casos aparece el seudo opositor estadounidense John McCain para proclamar su solidaridad con los opositores locales, sean verdaderos o falsos.
Del apoyo a los opositores se encarga la National Endowment for Democracy (NED). La NED es una agencia gubernamental estadounidense que se presenta como una ONG financiada por el Congreso de Estados Unidos. La realidad es que la NED fue creada por el presidente Ronald Reagan, en asociación con Canadá, Gran Bretaña y Australia. La dirigen el neoconservador Carl Gershman y Barbara Haig, la hija del general Alexander Haig (ex comandante supremo de la OTAN y posteriormente secretario de Estado bajo la administración Reagan). Es precisamente la NED –en realidad el Departamento de Estado– quien moviliza al senador «de oposición» John McCain.
En este dispositivo no podía faltar la Albert Einstein Institution, «ONG» financiada por la OTAN. Creada por Gene Sharp en 1983, la NED formó agitadores profesionales a través del CANVAS [1] –en Serbia – y de la Academy of Change–en Qatar.
En todos los casos, Susan Rice y Samantha Power adoptan invariablemente la misma pose de justa indignación antes de dictar la adopción de sanciones –a las que rápidamente se suma la Unión Europea– cuando en realidad son ellas mismas quienes se dedican a orquestar previamente los actos de violencia.
Queda entonces por llegar a concretar los golpes de Estados, lo que no siempre funciona.
Así trata Washington de demostrarle al mundo que sigue siendo el amo. Para garantizar los resultados, emprendió las operaciones en Ucrania y en Venezuela mientras se desarrollaban los Juegos de Sochi. Así garantizaba que Rusia no tomara medidas de respuesta, con tal de evitar que algún atentado de los terroristas islamistas le echara a perder la fiesta olímpica.
Pero los Juegos de Sochi terminaron este fin de semana. Y ahora le toca jugar a Moscú.
Fuente
Moscú invierte los papeles en Kiev
Mientras los dirigentes de la OTAN se regocijan por el golpe de Estado en Kiev, presentado a la opinión pública de Occidente como una nueva revolución, en el terreno se invierte la situación. Después de desplazar a un gobierno de delincuentes que buscaban el mejor postor entre Washington y Moscú, ahora son los agentes de Estados Unidos quienes se ven obligados –ya en el ejercicio del poder– a enfrentar los disturbios que anteriormente organizaron. El problema es que el país está arruinado y nadie, sea quien sea, podrá sacarlo rápidamente de la bancarrota. Y ahora Rusia puede defender sus intereses sin tener por ello que asumir las consecuencias de los 20 años de corrupción que antecedieron la nueva situación.
Durante los Juegos de Sochi, Rusia no reaccionó ante los acontecimientos ucranianos [1]. Mientras se producían los graves desórdenes registrados en Kiev y en otras capitales de provincias ucranianas, la prensa rusa siguió dedicando sus titulares a las hazañas de sus deportistas. El Kremlin consideraba, en efecto, que en cualquier momento los enemigos de Rusia podían tratar aún de convertir la fiesta deportiva en un baño de sangre.
Tal y como estaba previsto, para el momento de la clausura de los Juegos, el poder ya había cambiado de manos en Kiev. Ampliamente desinformada, la opinión pública occidental tuvo la impresión de que se había producido una revolución proeuropea.
Sin embargo, la divulgación de una conversación telefónica entre la secretaria de Estado adjunta, Victoria Nuland, y el embajador de Estados Unidos en Kiev, Geoffrey R. Pyatt, no deja lugar a dudas sobre la existencia del complot estadounidense [2]. A golpe de imágenes falsas, un gobierno de corruptos [3] fue presentado a la opinión como una banda de torturadores rusófilos [4]. Como en todas las demás «revoluciones de colores», misteriosos francotiradores posicionados en los techos dispararon contra la multitud y también contra la policía, y se responsabilizó al gobierno con esos hechos.
En medio de la confusión, la opinión pública occidental tuvo la impresión de que «el pueblo» se había apoderado de los palacios nacionales. La realidad es que, mientras los activistas –en su mayoría nazis– se batían en la plaza Maidan bajo los lentes de las cámaras de televisión, en otros lugares de la ciudad eran los politiqueros quienes penetraban discretamente en los palacios nacionales. Por ese lado, los europeos pueden dormir tranquilos: no fueron los nazis quienes se instalaron en el poder.
Los nazis ucranianos nada tienen que ver con la extrema derecha que se conoce en Europa occidental, por lo general abiertamente sionista (con excepción del Frente Nacional francés). Durante la guerra fría, los nazis ucranianos fueron incorporados a las redes stay-behind de la OTAN para sabotear la economía soviética. Posteriormente, Polonia [5] y Lituania se encargaron de arroparlos. Durante los pasados 3 meses de manifestaciones se les unieron islamistas tártaros especialmente traídos de regreso desde Siria, donde estaban en plena yihad [6]. Habitantes históricos de Crimea, a los que Stalin decidió dispersar por haberse unido a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, los tártaros viven hoy principalmente en Ucrania y Turquía. En la plaza Maidan demostraron la pericia adquirida en Siria: mutilando policías y sacándoles los ojos [7].
La revolución de la plaza Maidan sirve para enmascarar un golpe de Estado extremadamente clásico [8]. En presencia de «diplomáticos» estadounidenses, la Rada [parlamento ucraniano] violó la Constitución abrogándola sin referéndum. Destituyó, sin debate ni proceso, al presidente en ejercicio y puso los poderes legislativos y ejecutivos en manos del ex jefe de los servicios secretos, Alexander Turchinov.
Este nuevo dictador designó como primer ministro a Arseni Yatseniuk, lo cual coincide –¡Oh casualidad!– con los cálculos expresados desde mucho antes –en la conversación telefónica anteriormente mencionada– por la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland. El nuevo primer ministro conformó un gabinete que fue presentado a los manifestantes en la plaza Maidan. Estos últimos, ahora mucho más numerosos y en una proporción en la que los nazis ya vienen siendo sólo una tercera parte, abuchearon a varios de miembros del nuevo gabinete porque son judíos.
En Crimea, donde está basada la flota rusa del Mar Negro y la mayoría de la población es rusa, el parlamento regional, también presa de una «inspiración revolucionaria», derrocó el gobierno local (fiel a Kiev) y nombró uno nuevo (pro-ruso). Simultáneamente, hombres uniformados, pero sin bandera ni insignias, tomaron el control de los edificios oficiales y del aeropuerto, impidiendo así la posible llegada de fuerzas enviadas por el nuevo gobierno de Kiev.
En Kiev, la Rada denunciaba un acto de injerencia rusa y llamaba a que se respete el Memorándum de Budapest. En 1994, Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia firmaron un acuerdo sobre el congelamiento de las fronteras de Ucrania a cambio de su renuncia al arma nuclear [9]. Para Moscú, sin embargo, ese acuerdo perdió toda vigencia desde que fue violado por Washington y Londres en el momento de la «revolución naranja» de 2004 [10] y, con más razón aún, con el golpe de Estado de la semana pasada.
¿Qué va a pasar ahora? El 25 de mayo tendrá lugar la elección del Parlamento Europeo y Kiev organiza una elección presidencial mientras que Crimea realizará un referéndum de autodeterminación. Cuando Crimea sea independiente podrá optar por reintegrarse a la Federación Rusa, de la que formó parte hasta 1954.
Por su parte, la Unión Europea tendrá que ver cómo se las arregla para responder a las esperanzas que tanto se esforzó por suscitar en Ucrania, y tendrá por lo tanto que pagar –no se sabe con qué fondos– al menos una parte de los 35 000 millones de deuda ucraniana. Por su parte, los nazis de la plaza Maidan no regresarán a la clandestinidad sino que van a exigir formar parte del gobierno.
Pero la historia no parará ahí porque todavía quedarán por resolver, para el Kremlin, los problemas de la parte oriental de Ucrania –con una numerosa población rusa y una importante industria de defensa– y también de Transnitria (la antigua Besarabia, que sirvió en el pasado de centro de investigación para la cohetería soviética). Este pequeño país, de población rusa, que no aparece en los mapas porque no es miembro de la ONU–, proclamó su independencia en el momento de la disolución de la URSS pero aún está considerado como parte de Moldavia. Resistió valientemente a la guerra que contra él desataron en 1992 Moldavia, la fuerza aérea rumana y los consejeros de la OTAN [11]. Logró conservar el modelo social soviético, adoptando a la vez instituciones democráticas, y hoy en día una «fuerza de paz» rusa garantiza su seguridad [12]. Como mínimo, una veintena de kilómetros cuadrados de territorio ucraniano podrían sublevarse y unirse a Transnitria, ofreciéndole así una salida al Mar Negro, pero Ucrania se vería entonces separada de su apéndice occidental. En el mejor de los casos, para unir territorialmente la península de Crimea con el territorio de Transnitria habría que tomar varios cientos de kilómetros de costa, incluyendo la ciudad de Odesa.
Por lo tanto, continuarán los desórdenes en Ucrania. Con la diferencia de que Estados Unidos y la Unión Europea se verán ahora en la situación del «cazador cazado» y será su turno de enfrentar el caos. Además de la pesada carga financiera, ¿cómo van a arreglárselas para controlar a sus victoriosos aliados nazis y yihadistas? La demostración de fuerza orquestada por Washington se halla ahora a punto de convertirse en un fiasco [13].
Fuente
Al-Watan (Siria)
Al-Watan (Siria)
[1] «Después de Yugoslavia, ¿le ha llegado el turno a Ucrania?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de febrero de 2014.
[2] «Conversación entre la secretaria de Estado adjunta y el embajador de Estados Unidos en Ucrania», Oriental Review/Red Voltaire, 8 de febrero de 2014.
[3] «L’Ukraine brade son secteur énergétique aux Occidentaux», por Ivan Lizan, Однако, Red Voltaire, 2 de marzo de 2013.
[4] «Imágenes falsas en Ucrania», Red Voltaire, 6 de febrero de 2014.
[5] «Polonia, nueva cabeza de playa en el plan desestabilizador de la OTAN», por Andrew Korybko, Oriental Review, Red Voltaire, 28 de febrero de 2014.
[6] «Yihadistas dan servicio de seguridad a los manifestantes de Kiev»,Red Voltaire, 4 de diciembre de 2013.
[7] «Евротвари выкололи глаз и отрубили руку пленному бойцу»,YouTube, 21 de febrero de 2014.
[8] «Golpe de Estado proestadounidense en Ucrania», Red Voltaire, 24 de febrero de 2014.
[9] “Memorandum on Security Assurances in connection with Ukraine’s accession to the Treaty on the Non-Proliferation of Nuclear Weapons”,Voltaire Network, 5 de diciembre de 1994.
[10] «Moscú y Washington se enfrentan en Ucrania», por Emilia Nazarenko; «Ucrania: la calle contra el pueblo», Red Voltaire, 24 y 29 de noviembre de 2004.
[11] «En 1992, Estados Unidos trató de aplastar militarmente la Transnistria», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de abril de 2010.
[12] «Tiraspol, base avancée de l’armée russe?», por Arthur Lepic,Réseau Voltaire, 15 de agosto de 2007.
[13] «¿Puede Washington derrocar tres gobiernos a la vez?», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 23 de febrero de 2014.
La arriesgada apuesta de Rusia en Ucrania
Domingo, 2 de marzo de 2014
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