jueves, 2 de junio de 2011

EJERCITANDO TU MENTE

MIREK.

La inconsistencia del absoluto

Razonando fuera del recipiente1 Comentario » | votar
Aceptémoslo, los humanos somos seres demasiado simples. Podemos pensar que hemos logrado grandes cosas, pero es sólo desde nuestra limitada perspectiva, puesto que es esa misma limitada capacidad la que nos impide vivir en el mundo que nos gustaría, lamentablemente.
No, no me he fumado nada ni he tomado nada, de hecho no fumo ni me he emborrachado nunca, así que no comience a sospechar. Este artículo responde a un razonamiento fuera del recipiente (o dentro, si le parece) que he venido desarrollando durante algún tiempo.
El ser humano tiene una capacidad de percepción del mundo extremadamente limitada por sus sentidos, y su capacidad de análisis se restringe a un limitado número de casos. Es por eso que generamos modelos que nos rigen, como un manual de usuario para vivir, los cuales llevarán toda la complejidad del mundo y de la vida a una serie de normas absolutas que deben cumplirse. Entre esas normas está la religión, la política e incluso la ciencia, como lo intento aclarar en otro artículo.
Dentro de la simpleza de nuestra mente necesitamos hacer entrar complejas situaciones, como un bebé que intenta meter una figurita de estrella en la caja con una abertura circular, pero con la diferencia que nosotros le cortamos las puntas a esa estrella porque desde lejos “parece una esfera” y así construimos nuestros modelos, despreciando aspectos que nos parecen irrelevantes de la verdad. De esta manera, todo hecho, toda situación, tendrá un conjunto de variables que pueden ser más o menos relevantes según las creencias de la persona que analiza.
¿Y qué pasa con eso? bueno, resulta que tendremos sectores que les gusten los cuadrados y sectores que les gusten los cículos (o los triángulos) y cuando toque insertar una estrella de N puntas, cada grupo “cortará” las puntas que necesiten para hacerla encajar en la forma que les gusta. Entonces, sucede que a los humanos nos gusta también pertenecer a un grupo, una pandilla, una secta, partido político, religión, tribu, país, escuela, universidad, equipo deportivo, ciudad, raza, etc. En definitiva, a cualquier agrupación de personas con algún aspecto en común, nos sentimos solos en nuestra individualidad y por eso buscamos el apoyo de un grupo de personas. El problema es que para solventar esa inseguridad de sentirse “solos contra el mundo” tenemos que aceptar que a la agrupación que pertenecemos le gustan los triángulos o los círculos, con todo lo que ello implica y no importa si de repente vemos que una estrella tiene varias de sus puntas que nos gustaría conservar, como a “nosotros” nos gustan los triángulos hay que cortarlas todas, y así hacemos lo posible por vivir una vida simple, amparados en el absoluto y el hecho de que nuestro grupo nos apoya en eso.
Es bastante fácil ampararse en eso, en una política de grupo, porque así no hay que pensar, ya todo está resuelto y como buenos animales, siempre buscaremos el mínimo esfuerzo. El problema es que dentro de esa agrupación, siempre surgirá alguien que intente pensar un poquito más, será el que transmita las cosas a los demás y lo hará inevitablemente desde su perspectiva personal, cortando las puntas que quiera a la estrella y mostrando las que quiere mostrar a los demás. Como los demás miembros no quieren pensar, no cuestionarán la opinión del que “sabe más”, entonces todos lucharán como equipo y desde la pasión (no la razón) por una causa en particular, convirtiendo a la gente, a la masa en meros títeres voluntarios de un pequeño subsector.
Y así, espontáneamente vamos distorsionando la realidad, nos ponemos a pelear entre nosotros y los inteligentes que ven los círculos no pueden comprender cómo los otros estúpidos ven cuadrados y viceversa, aún cuando estén observando exactamente la misma situación. Así es como llevamos este sentido de pertenencia al extremo, al absoluto y comenzamos a pensar en términos de buenos y malos donde, por supuesto, yo estoy en el lado bueno y los otros son los malos. Todo por seguir ideas absolutas sin siquiera pensar que en sí mismas esas ideas son inconsistentes.
¿Por qué digo inconsistentes? bueno, pondré algunos ejemplos. Imagínese que un día le toca ver las faenas en un matadero de cerdos y siente un profundo impacto por la crueldad con que esos animales son matados, crueldad que le parece innecesaria porque podría no comer cerdo, aún así podría vivir sin problemas y sin hacer sufrir a los cerditos. Entonces se vuelve vegetariano, no vamos a hacer sufrir a los animales, querrá preservar entonces toda forma de vida, y si se entusiasma mucho, tampoco comerá huevos, leche o cualquier producto de origen animal. Digamos que le gusta eso, se siente en comunión con la madre naturaleza y sigue entusiasmándose con no tocar la vida, ya no mata a una araña que aparezca en su habitación sino que la deja ir en paz, se compra algunas matitas y las cuida con amor en su casa, sólo para darse cuenta de que también son formas de vida que en efecto reaccionan según el cuidado que se les de, pueden inundar su hogar con la maravillosa belleza de las flores y su aroma, de ninguna forma se las comería. Ahora la cuestión se pone más absoluta “vamos a cuidar la vida” y las plantas son tan vida como los animales, la única diferencia es que las plantas no se mueven ni lanzarán un grito de dolor si las mutila o se las come. Entonces sería mejor no comerse a las plantas y se acaba de quedar sin alimento para sobrevivir. Muchos asocian este tipo de conductas a creencias religiosas y generan umbrales diciendo que sólo comerán aquellos alimentos que han crecido gracias a la energía directa del sol y no se han contaminado con otras formas de vida, pero aún así comen hongos que no hacen fotosíntesis. Más aún, desconocen totalmente el hecho de que el sistema digestivo del ser humano es apto para consumir carne por una buena razón, luego, es antinatural abstenerse de consumir cualquier tipo de carne… ¿Y no se supone que estas ideologías defendían la sabia acción de la madre naturaleza?. Conclusión: Inconsistencia… ¿Entonces debemos ser felices con tremendos asados todos los días? NO, otro absoluto… Quizás si siguiéramos una dieta balanceada y adecuada, sin comer de más, sólo se matarían los animales necesarios para sobrevivir, pero como ese “punto de equilibrio” es más ambiguo, nadie lo defenderá porque todos pedirán algo absoluto, como una dieta estricta para todos o algo así, que tampoco funcionaría.
Y hablando de alimentación, imagínese que usted es un científico, que cree en su ciencia al extremo. Dios no existe, el universo está regido por leyes físicas determinadas, no hay espacio para Dios en la ecuación (como sostiene un conocido físico que habita una sofisticada silla de ruedas). Bueno, entonces seamos prácticos, usemos la lógica para todo, la ciencia es una manera supuestamente autoconsistente de describir el mundo. Un día comienza a cuestionarse el por qué de su existencia, comienza a ver las cosas en perspectiva y se da cuenta de que su vida la dedica trabajar y para usted no queda mucho salvo la satisfacción de haberse entretenido haciéndolo, que se desvanece cuando deja de hacerlo, busca un sentido de trasendencia y sólo llega a la conclusión que lo máximo que puede hacer es buscar a un individuo del sexo opuesto para hacer funcionar los mecanismos biológicos que generarán otro individuo y así preservar la especie. ¿Pero para qué preservar la especie? bueno, sólo para que esos nuevos individuos tengan una vida tan miserable como la suya y mientras más le da vueltas a la idea comienza a volverse un nihilista. Su amargura crece y para solventarla va a comer algo, no sabe qué pedir y en eso se da cuenta de que es científico, deberíamos regirnos por eso, es más fácil seguir los modelos y bajo esa perspectiva el restorán no tiene sentido ¿Para qué gastar energía y recursos en hacer alimentos extraños si todos podríamos comer lo mismo, algo estándar como la comida para perros, con el exacto contenido de grasas, vitaminas, proteínas y minerales necesarios para el cuerpo? Entonces todos seríamos más saludables, pero ¿estaría dispuesto a comer bolitas insípidas todos los días por el resto de su vida?. Conclusión: Inconsistencia y una depresión aguda.
Y así hay muchos ejemplos más, como el del capitalismo que llevado al extremo, es exactamente lo mismo que “la ley de la selva”, el más fuerte se “come” al más débil, con la diferencia que la desproporción de fuerzas puede ser abismante, con una miseria en la población tremenda… Se supone que eso no es humano, hay que evitarlo, hay que “evitar que la burguesía se aproveche del proletariado” dice un señor por ahí… Bueno, seamos comunistas absolutos, no hay propiedad privada, la gente tiene una asignación de lo que puede consumir al mes, el pueblo trabaja para el pueblo ycasi nadie tiene más que los demás, todos tienen cubiertas las necesidades básicas… Y si tengo lo indispensable para vivir ¿para qué trabajo?, no me voy a esforzar si no obtengo recompensa y trabajar o no hacer nada no es diferente, total, no voy a estar mejor que ahora ni peor, no me moriré pero tampoco surgiré. Entonces todos piensan igual, nadie trabaja y el sistema se desbarata solo. Más inconsistencias.
Por eso es que hay que tener mucho cuidado con los absolutos, ninguno es consistente y es nuestra responsabilidad buscar mirar las cosas desde una perspectiva más amplia, sopesar y observar todas las puntas de la estrella antes de decidir cortar alguna. No podemos dejarnos llevar por supuestos sabios que apelan a nuestra pasión para apoyarles, porque podemos caer fácilmente en ser títeres de otros, defendiendo cosas sin sentido, así como muchos han defendido y defienden dictaduras en todo el mundo, sólo porque alguien cortó las puntas necesarias para que creyeran que eso es lo mejor, aún cuando no tengan libertades.
Y si ha llegado a este punto en la lectura, mis felicitaciones, la verdad tiene mucha paciencia. Comprendo que he estado reflexionando, por caminos sinuosos y básicamente: Razonando fuera del recipiente.

VIDA EN MARTE-NAVE TOPRAKALE


BASE EN MARTE SEGUN Google Mars

Muchos de los lectores, manifiestan su escepticismo sobre lo relacionado con Marte, las bases, los viajes realizados, etc.
Aquí tenemos un misterio más, sólo hay que buscar las coordenadas  71 49’19 .73 “N 29 33’06 .53″ W en el google Mars y aparece esto.
Como siempre, lo relacionado con Marte lo guardamos en Alternativa3-Marte
Ustedes tienen la última palabra.
 
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LA ASOMBROSA NAVE DE TOPRAKKALE

Dedicado a la memoria de Zecharia Sitchin
UN AUTÉNTICO PLEONASMO
La lengua española define con el término de pleonasmo, a la construcción de una oración con uno o más vocablos innecesarios para que la expresión tenga sentido completo, para de esa manera añadir expresividad a lo dicho, como por ejemplo la frase: “Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”.  Esta frase, achacada popularmente a personajes tan dispares como el diplomático y estadista francés Charles-Maurice Talleyrand Périgord y también al torero español Rafael Guerra Bejarano (Guerrita), fue lo primero que se me vino a la cabeza cuando por primera vez pude contemplar la existencia de un extraño objeto localizado en Turquía.
Dicho objeto aparecía en un pequeño artículo escrito por el ingeniero esloveno Igor Likar en el número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicaciónAncient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde el autor hacía mención a una noticia anterior aparecida el 29 de  Noviembre de 1.995 en el Slovene News Magazine, en el que se hablaba sobre la existencia de una pieza arqueológica de unos 3.000 años de antigüedad depositada en el Museo Arqueológico de Estambul en Turquía. La figura, de unos 23 centímetros de largo, 9`5 de alto y 8 de ancho no daba lugar a ninguna clase de dudas sobre lo que representaba, ni excusas a posibles interpretaciones que no fuesen lo que los ojos de su observador apreciaban en un primer momento. La clara e inconfundible figura de un cohete con el extremo delantero en forma de cono, dotado de toberas de expulsión de gases en la parte posterior, y por si fuera poco con una cabina en la parte central en la que se emplazaba la figura de un tripulante o piloto al que sólo le faltaba la cabeza, probablemente perdida por algún golpe al ser la parte que más sobresalía de todo el conjunto. El piloto vestía un traje de una sola pieza con formas acanaladas y permanecía con las piernas dobladas sobre el pecho, apreciándose incluso que va equipado con botas.
Cabecera de la portada del número 2 del volumen 23 (mayo-junio 1.996) de la publicación Ancient Skies de la Ancient Astronaut Society, donde tuve por primera vez noticias sobre la existencia de la Nave de Toprakkale.
VER PARA CREER O…, NO CREER
Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, me repetía una y otra vez mientras lo contemplaba, y si he de ser sincero aún me lo sigo repitiendo con el paso de los años. ¿Cómo es posible que hace tres mil años alguien representase un objeto de estas características? No era posible, demasiado evidente para alguien como yo, o como otros muchos investigadores que nos tiramos las horas muertas tratando de leer entre líneas en viejos textos o buscar formas semejantes a objetos actuales en antiguas piezas de museo, siempre en la difícil y arriesgada frontera que separa el “es” del “puede ser”, para que ahora de buenas a primeras apareciese un objeto que hasta para el más necio no dejaba lugar a ninguna duda. No dejaba de ser curioso, tenía delante de mí la que podría ser la prueba definitiva de la existencia de tecnología espacial hace miles de años, pero el solo hecho de que fuera tan evidente, tan precisa, tan clara, me producía una gran dosis de escepticismo. Después de todo ya lo decía G.K. Chesterton… “puedo creer lo imposible pero no lo improbable”.
En el artículo del Ancient Skies, se confirmaba que dicho objeto era una falsificación, y que si bien figuraba entre los depósitos del museo, éste no estaba expuesto al público. Evidentemente excepto error o metedura de pata de los responsables de un museo, los objetos falsificados no suelen exponerse, pero… ¿a qué se refería con el término “falsificación”? ¿Cómo puede haber una falsificación de un cohete espacial en un museo de arqueología?
Fachada del Museo Arqueológico de Estambul. El museo tiene 20 salas en la planta baja y 16 salas grandes en el segundo piso. En la planta baja se encuentran esculturas y restos de edificios de la época griega, romana y bizantina. En el piso superior hay objetos artísticos de arcilla, bronce y vidrio procedentes de distintos lugares de excavación. La cantidad de los objetos expuestos se eleva a casi 50.000. Además el museo tiene un gabinete de numismática con 600.000 monedas, medallas e insignias y un archivo, en el que se encuentran 70.000 tablas de caracteres cuneiformes. Con autorización especial se puede visitar la casa de tesoro en el piso alto, donde están exhibidos objetos antiguos y joyas de metales preciosos. Una biblioteca con 45.000 libros está a disposición de los empleados del museo para sus trabajos científicos. Las salas más famosas del museo son las salas VIII y IX, donde están los sarcófagos de las tumbas de los reyes de Sidón. Estos sarcófagos aparecieron durante excavaciones realizadas en 1.887, al norte de la antigua ciudad Sidón, por orden del pintor Hamdi Bey, fundador del museo. Estos hallazgos, que son considerados como el mayor descubrimiento del siglo XIX, fueron la causa para la construcción del museo.
Pasado algún tiempo y buscando más información sobre tan sorprendente objeto, pude comprobar la casi inexistente falta de noticias referentes  a él. Sólo alguna mención no muy fiable sobre su hallazgo en las inmediaciones del Lago Van, próximo al mítico Monte Ararat, durante unas excavaciones en las ruinas de la antigua capital del Reino de Urartu, la ciudad de Tuspa, actualmente conocida como Toprakkale, y como no, también varias menciones en las que se aseguraba que la conocida como nave de Toprakkale no era más que una burda y simple falsificación, sin valor arqueológico alguno, un típico bulo o “hoax” de los que gusta seguir a charlatanes del mundillo de lo paranormal o a gente demasiado crédula. Ahora bien, no explicaban que pintaba tan burda y simple falsificación en un museo. ¿Se imaginan alguno de ustedes una reproducción a pequeña escala del portaaviones Nimitz en las salas del Antiguo Egipto del British Museum?
La Nave de Toprakkale. ¿Representa un cohete o nave espacial? Juzguen ustedes mismos.
La revista alemana Magazín 2000 publicaba en 1.994, que habían podido ver en persona la “Nave de Toprakkale”, si bien ésta no se encontraba expuesta porque según palabras de los responsables del Museo Arqueológico de Estambul no reflejaba el estilo de la época en la cual se suponía había sido encontrada, y por tanto sólo cabía suponer que el objeto en cuestión no era más que el producto de algún bromista. Sorprendentemente, según confesaron a los periodistas alemanes estos mismos responsables, el objeto fue confiscado por la policía de aduanas turca a un turista que pretendía sacarlo del país  y depositado posteriormente por las autoridades en el museo. Y digo bien sorprendentemente, porque según la ley, como es lógico, está terminantemente prohibido la exportación de antigüedades, con lo cual alguien tuvo que considerar una “antigüedad” la figura de un cohete espacial, y no sólo eso, sino que luego los mismos responsables del museo en vez de darle una patada o tirarlo a la basura lo aceptaron en depósito. ¿Entienden ustedes algo de todo esto? Pues imagínense la cara del turista al que le expropiaron la figurita de un cohete por atentar contra el patrimonio cultural de Turquía.
EL CASO DEL ASTRONAUTA SIN CABEZA
Así, con este título de “el caso del astronauta sin cabeza”, el reciente y tristemente desaparecido paleoastronáuta Zecharia Sitchin, plasmaba en su libro Las Expediciones de Crónicas de la Tierra (edición en español, Ediciones Obelisco, S.L. – año 2.005) la extraña y rocambolesca historia de la Nave de Toprakkale. En dicha obra, el autor menciona las afirmaciones de la publicación alemana Magazín 2000 y como, poco tiempo después, otra publicación alemana, GRAL, profundizaba en el mismo caso arrojando nuevos datos y desmintiendo la procedencia del objeto como parte de una confiscación a un turista extranjero. Firmada por el Dr. Esin Eren, del Museo Arqueológico de Estambul, fue publicada una misiva suya en la que se afirmaba que el objeto en disputa era una figura muy ligera hecha de escayola y polvo de mármol, que un comerciante de antigüedades trató de vender al museo en el año 1.973, pero que cuando se dio cuenta que no era más que una falsificación, no pidió que se le devolviera, dejándola allí abandonada. El argumento era claro, saltaba a la vista, aquel objeto no podía ser auténtico porque sólo los tontos creen en astronautas en la antigüedad. ¿Por qué habían mentido inicialmente a los periodistas de Magazín 2000? ¿Qué garantías había ahora de que no lo estuvieran haciendo?
Foto tomada del libro de Zecharia Sitchin Las Expediciones de Crónicas de la Tierra. Tras un tira y afloja la fotografía fue realizada con la condición de que Sitchin (su rostro) no apareciese junto al objeto.
Todas estas noticias y el hecho de que el museo siguiese manteniendo este “objeto para tontos” en depósito, animó al propio Sitchin a visitar el museo en Estambul y ver con sus propios ojos la Nave de Toprakkale. Así, de esta manera, y no sin ciertas trabas y dificultades que no voy a mencionar ahora para no extenderme, pero que animó a leer en su libro, logró de la propia mano del director del museo, el Dr. Alpay Pasinli, apreciar y observar el objeto en sus  manos. Tras el rápido análisis que Sitchin pudo hacer del objeto y del que incluso consiguió hacer alguna fotografía pese a la prohibición inicial, bajo la condición de no aparecer el propio Sitchin retratado junto a la Nave de Toprakkale, el Dr. Alpay Pasinli preguntó  que qué le había parecido, a lo que Sitchin respondió:
“…Tiene el aspecto y da la sensación de estar hecho de algún material poroso, algún tipo de piedra de poco peso, pero no parece escayola. He estado buscando marcas de licuefacción, la costura ésa que aparece en la juntura de las dos mitades del molde, cuando se le quita; pero no hay costura alguna. Los surcos que se ven en el objeto forman parte del diseño. Si se hubiera hecho con escayola, y se hubiera pintado por fuera, se vería blanca la fractura donde estuvo la cabeza; sin embargo, ese color pardo amarillento lo cubre todo. Es el color natural de la piedra utilizada…”.
Después de escuchar su exposición, el Dr. Alpay Pasinli preguntó de nuevo:
“…¿Quiere decir usted que este objeto es auténtico?…”.
A lo que ahora respondió Zecharia Sitchin:
“…Ambos sabemos que sin saber cuándo, dónde y quién descubrió el objeto, cualquier objeto arqueológico, nadie podría dar fe de su autenticidad. Después de todo, podría ser una falsificación. Pero, ¿quién iba a falsificar un objeto volador que no se parece a nada de lo visto en tiempos modernos, ni en la realidad ni como juguete? Este objeto está por ahí desde la década de los setenta; ¿quién pudo tener un juguete de plástico que le sirviera como modelo entonces?…”.
Portada del libro Las Expediciones de Crónicas de la Tierra, el décimo best seller de Zecharia Sitchin. Los libros anteriores, bajo el título genérico de «Crónicas de la Tierra», los escribió desde la óptica del informador que observa las hazañas y las historias de otros, sean dioses u hombres. Pero, en este libro, comparte con el lector su propio relato de búsquedas e investigaciones, alcanzando nuevos territorios para observar las cosas por sí mismo, verificar datos y comprobar la viabilidad de antiguas rutas comerciales o vías aéreas.
Yendo desde los templos mayas de México hasta objetos ocultos en Estambul, Turquía; desde los túneles bíblicos hasta los misterios del Monte Sinaí, desde la morada de una diosa sumeria hasta las islas griegas, Sitchin desenmascara falacias largo tiempo arraigadas, descubre el destino de objetos provocadores y revela conexiones entre la antigüedad y las modernas instalaciones espaciales, como lo demuestran las muchas fotografías de sus archivos personales, inéditas hasta hoy.
UNA TRISTE PARADOJA
Poco más se ha vuelto a saber sobre la Nave de Toprakkale desde la incursión de Zecharia Sitchin por tierras otomanas. Como tantas otras veces todo queda a la libre interpretación de cada uno de ustedes, pero de lo que no cabe duda es que en este caso el mayor enemigo para la aceptación como prueba del uso de tecnología en la antigüedad, ha sido que… el propio objeto, era “una prueba demasiado evidente”, incluso para aquellos que creemos en tal posibilidad. Sé que es un enorme contrasentido, una triste paradoja, al menos para mí, pero lo que no puede ser….
Lo que no puedo negar en esta ocasión es lo que decía el político francés Guillaume de Lamoignan de Malesherbes: “…Haríamos muchas más cosas si creyéramos que son muchas menos las imposibles…”.
 
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Una respuesta

  1. ¿No seria posible la datacion por carbono 14? Tambien hay otras formas de intentar saber su antiguedad. Si no lo hacen es porque no quieren o porque no les interesa saberlo, me inclino por la 2da ,no les interesa. Hay un monton de objetos por el mundo que segun las actuales y equivocadas versiones que nos quieren imponer de la historia, estan fuera de sitio o de tiempo, los objetos estan y existen ,lo que pasa que no coinciden con lo que nos quieren imponer desde la “historia en su version oficial”. Hay un video muy interesante en youtube llamado “arqueologia prohibida” que muestra montones de evidencias de estos objetos que segun la version oficial estan fuera de lugar y del tiempo. Saludos