jueves, 20 de diciembre de 2012

La última esperanza: un pueblo francés espera a unos ovnis que le salvarán del fin del mundo



Fin del mundo en directo


UE: Unión de Estafadores


Hubo Mini-Bombas Atómicas en las Torres Gemelas


El TLCAN expande el hambre en México


La última esperanza: un pueblo francés espera a unos 

ovnis que le salvarán del fin del mundo


Pese a las restricciones para acceder al lugar, miles de peregrinos no 

pierden la esperanza de ascender al pico de Bugarach para salvarse del

Armagedón


Pocas horas antes del supuesto fin del mundo, la gente busca refugios para salvarse del apocalipsis predicho por la civilización maya. Se cree que un aislado pueblo francés que se encuentra en el pico del monte Bugarach podría salvar a la gente.
En particular, en este monte podrían aterrizar los extraterrestres que se llevarían en sus naves a los afortunados, opinan los peregrinos que acuden al lugar.

Los rumores se han avivado después de que algunos ufólogos anunciaran que Bugarach, una pequeña aldea de unos 200 habitantes a los pies del monte homónimo, en el departamento de Aude, al suroeste de Francia, será uno de los pocos lugares de la Tierra en que se podrá sobrevivir al apocalipsis.

Según sus teorías, la cima del monte, que alcanza los 1.230 metros de altitud, alberga una especie de cosmódromo construido con piedras mágicas que sirve de refugio para los extraterrestres. El día del Armagedón, los alienígenas supuestamente partirán de nuestro planeta desde ese punto y se llevarán consigo a un grupo reducido de seres humanos.

Los últimos meses este lugar alejado se ha convertido en un punto de llegada de miles de peregrinos. Debido a este hecho los pocos residentes locales se han quejado a la Policía por las personas extrañas que molestan su vida tranquila.
Aunque las autoridades francesas anunciaron previamente que prohibirán acceder al pico de Bugarach 3 días antes y hasta 2 días después del 21 de diciembre, algunos encuentran vías para escabullirse y 'encontrarse' con los extraterrestres. En la zona patrulla la Policía, que acordonó todo el territorio, y además están cerrados todos los puestos de control.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/81706-ultima-esperanza-pueblo-frances-espera-ovnis-le-salvaran-fin-mundo

Fin del mundo en directo

Una página web ofrece escanear el cielo en busca del apocalipsis que se avecina.

Cualquiera que tema que las profecías mayas se pueden cumplir y este 21 de diciembre el mundo se acabará, podrá seguir las señales amenazantes en directo. Un sitio web ofrece acceso gratis a unas vistas cósmicas únicas.
La página slooh.com transmite en vivo series de imágenes captadas en el espacio por los observatorios de Arizona (EE.UU.) y las Islas Canarias (España). Para orientar mejor a sus seguidores, ha publicado una agenda donde detalla qué parte del cielo va a mostrar y a qué hora. Según los creadores del sitio, su tarea es enfocarse en una particular "área de preocupación" apocalíptica en cada momento concreto.
Se comprometen a facilitar que su público siga toda cosa que parezca sobrepasar el marco de lo ordinario, desde tormentas solares y choques inminentes de asteroides hasta una presunta colisión de la Tierra con un mítico planeta interestelar. Según indican, es la manera más eficaz de desmentir los numerosos escenarios de catástrofe global que circulan estos días por todo el mundo provocando pánico en la gente.


Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/81644-fin-mundo-pagina-web-ofrece-escanear-cielo-en--busca-apocalipsis-avecina

UE: Unión de Estafadores

Por Pedro L. Angosto
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas" (Jn. 1:1-3).
Sí, al principio fue el verbo, y habitó entre nosotros, y armó la de dios es cristo. Después vino el caos. Y el hombre, envuelto en un océano de acechanzas quiso poner orden, organizarse, vivir. Todo estaba desregulado, no había leyes, no existía el Estado, no había justicia, y la libertad era un término por acuñar. Mandaba el más fuerte, y el más fuerte tenía tanto miedo como el que no lo era pero tenía la fuerza. Temerosos del rayo, de las riadas, del huracán, del terremoto, de las fieras, de los demás, el hombre comenzó a preguntarse cosas sin importancia, por qué la noche, por qué el día, por qué la luna, por qué el sol, por qué el frío, por qué el calor, de dónde la vida, a dónde la muerte, de dónde el árbol que da frutos, de dónde el que da sombra. ¿Y el fuego? ¿Y la rueda? ¿Y las verduras y los rebaños? No había leyes, todo estaba desregulado, sólo la ley del más fuerte. Fue hace mucho tiempo, poco después de que al principio fuera el verbo.
Y sí, el ser humano comenzó a cavilar, y se agrupó en tribus, en poblados, en organizaciones más complejas. Y llegó a sembrar imitando a la naturaleza, incluso a dominar a los animales más dóciles para su alimento y vestido. Y, observando, se dio cuenta de que los ríos crecían por leyes naturales y puso reglas para aprovechar las aguas y para repartirlas, por lo menos desde las civilizaciones más antiguas del mundo, aquellas que surgieron en esos lugares surcados por el Tigris y el Eúfrates y que tuvieron la desgracia de esconder bajo su suelo toneladas de oro negro. China la milenaria, Mesopotamia, Egipto, Mohenjo-Daro, Harappa, las culturas Azteca, Maya, Inca, Persa, Cretense, Griega y Romana. El mundo fue avanzando, lentamente, sobre la miseria de los más, pero avanzando a base de regulaciones, de leyes escritas o no que pretendían hacer posible la existencia de los hombres con las furias de la naturaleza y las de los hombres que sólo miraban por ellos. Una civilización moría, la siguiente se abría más y sus conquistas alcanzaban a más conforme las leyes que las regían eran elaboradas por más gente. Así a los imperios míticos de Mesopotamia y Egipto, dónde los sacerdotes sometían a la población al esclavismo porque conocían la astronomía y los fenómenos meteorológicos, porque a partir de ahí inventaron la religión tal como hoy la conocemos, y el infierno, y el cielo, sucedió Grecia, la Grecia clásica, que vivía también sobre un montón de esclavos, pero dónde el hombre comenzó a pensar en plural, a hablar de derechos y a regularlos por primera vez en la historia de la Humanidad. Roma imitó el modelo griego y tras su derrumbe, llegó de nuevo la oscuridad de la mano del cristianismo erigido en religión de un imperio dividido que no era ni sombra de lo que fue.
Y tras más de mil años de tinieblas, de pensamientos baldíos, de escolástica represora y risible, vía Córdoba, surgió el Renacimiento, y trajo el Estado de los Reyes Católicos y de Maquiavelo, con sus muchísimos errores, un avance gigantesco respecto a los periodos anteriores: El poder de los nobles fue sometido, aunque perduró para nuestra desgracia el de la Iglesia. Y las luces del Renacimiento parieron a las de la Ilustración, y éstas trajeron la revolución francesa, madre a su vez de todas las ocurridas en el siglo XIX y, también, de la que posibilitó la existencia del Estado del bienestar en Europa tras la II Guerra Mundial: La Revolución Rusa, que fue un salto evolutivo sin precedentes en nuestra historia pero que quizá no surgió ni en el lugar ni en el tiempo adecuado. Todos, absolutamente todos los avances de la Humanidad, se han hecho a base de regulaciones, jamás desregulando como se hace ahora, cuando de nuevo los imperios parecen tambalearse y las luces de las tinieblas nos amenazan como si la aldea global fuese sólo uno de los miles de pueblos bíblicos a los que el Dios de Abraham asolaba cada vez que se encontraba aburrido o se le ponía en gana.
Al capitalismo jamás le gustó la democracia. Ésta le fue impuesta por el movimiento obrero, pero sobre todo por el temor de los capitalistas al contagio de la Revolución Rusa. Desde que acabó la II Guerra Mundial, el objetivo de las principales potencias Occidentales fue asfixiar a la Unión Soviética por el medio que fuese. Los dueños del capital pensaban que nada se podría hacer en Europa, por entonces y todavía hoy principal potencia comercial del mundo, si la URSS seguía en pié. Thatcher y Reagan, representando a la oligarquía mundial antidemocrática, culminaron la guerra santa contra la URSS y al final cayó el muro, y se nos cayó encima. Decían que había acabado la guerra fría, que era el fin de la historia –qué estupidez– y que comenzaba otro tiempo. Ya lo creo que comenzaba, de inmediato, sin la amenaza soviética, todos los Estados democráticos del mundo que habían conseguido cierto bienestar para su población, comenzaron a imitar las políticas de la llamada “Dama de Hierro” –de la Edad del Hierro, diría yo– y del actor que nunca lo fue hasta que fue Presidente de la nación más poderosa y desaprensiva de la Tierra.
Cumplido el objetivo de derrotar a la URSS, nunca más hubo una estrategia bien planificada sino que los poderes mundiales actuaban sobre la marcha, a ver qué pasa. Y no pasaba nada, sólo que ya no había muros que derribar y el terreno a conquistar aparecía expedito, libre de defensas. Aquél éxito inesperado provocó un regreso al pasado no imaginado por sus promotores, y supuso el sometimiento de la democracia –que comenzó a dejar de serlo– a la oligarquía global. Con la ayuda casi incondicional de los medios, se comenzó por privatizar pequeñas empresas estatales, por desregular tal o cual actividad sin que la respuesta ciudadana fuese nunca lo suficientemente drástica o siquiera visible. Iban ensayando, como un biólogo en su laboratorio, para no dar pasos en falso. Sin embargo, el nuevo mundo –viejo, el más viejo de todos– que vislumbraban los del pasado no podía ser del todo, hacía falta algo que terminase por demostrar a los ciudadanos de los países europeos más desarrollados que sus derechos habían caducado. Derrotada la URSS, se trataba de acabar con su hijo bastardo: el modelo político y económico europeo. Dudaron, no mucho más que cuando arrojaron las bombas atómicas sobre Japón, pero dudaron, hasta que se decidieron a apretar el botón. El 11 de diciembre de 2001, China, un gigantesco y pobladísimo país que todavía se decía comunista, entraba en la Organización Mundial del Comercio ante el alborozo de los dueños de todo. Los mandatarios chinos presentaron aquello como una versión actualizada de la NEP de Lenin pero a lo bestia; los mandarines de Occidente, que llevaban años explotando allí, como una victoria de la libertad.
Con la URSS desaparecida y China convertida a la religión capitalista-esclavista, el bastión europeo era pan comido. El aburguesamiento de los dirigentes y militantes de los partidos de izquierda, el individualismo indolente de la población y un hedonismo muy mal entendido y propiciado por los medios, permitieron que varios caballos de Troya se colasen en el interior de Europa. El primero fue el Reino Unido, qué como siempre sostuvo De Gaulle –de quien no comparto casi nada– nunca debió entrar en Europa porque no creía en ella. Al Reino Unido se le puso alfombra roja y se le dio cuanto pidió por su boca y un poco más. En pago a esa generosidad europea, Gran Bretaña se convirtió en el vigilante de los intereses norteamericanos en el viejo continente, por lo que recibió patente de corso para crear decenas de paraísos fiscales a dónde los ricos de todo el mundo llevarían sus ahorrillos, eso sí, siempre dirigidos desde la City. Otro Caballo de Troya fue la creación del Euro y del Banco Central Europeo a imagen y semejanza de Alemania, bajo sus estrictas órdenes y a merced de sus intereses exclusivos. La cesión de soberanía de los países miembros de la UE y su ampliación hacia el Este fueron la culminación del desarme físico y moral de una Europa que había renunciado a sus sueños metiéndose en la boca más oscura de lobo más fiero. ¿Qué podía ofrecer a partir de entonces Europa al mundo? ¿Tecnología alemana, sol y playas, turismo cultural, mantequilla, diseño, museos? ¿Libertades, Estado del bienestar y derechos exportables? No, ni mucho menos, eso estaba fuera de sitio, de contexto y de tiempo. No habían hecho la contrarrevolución global para favorecer al enemigo. Europa, como el resto del mundo, podía ofrecer desregulación y pobres, mano de obra barata y el inmenso botín –tal vez el mayor del mundo– que custodiaba para el sostenimiento de la Sanidad, la Educación, la vejez, y las prestaciones sociales públicas y universales. Desregulación, privatización y empobrecimiento fueron sustituyendo poco a poco a Libertad, Igualdad y Fraternidad, y los gobiernos europeos, sometidos al poder financiero, pusieron en la aplicación de esas nuevas máximas su máximo empeño hasta llevarnos a dónde hoy estamos, al borde del naufragio general de un continente que durante siglos explotó al mundo de forma cruel, que no ha querido aprender de su terrible siglo XX y que, incapaz de cualquier gesto solidario interestatal, se apresta a desprenderse de lo mejor que de sí mismo pudo dar al mundo: La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y el Estado del Bienestar.
Las siglas UE nada tienen que ver hoy en día con una pretendida unión europea que ha sido dinamitada por los cuatro puntos cardinales; por el contrario, si podría definir a una unión de estafadores, de malhechores, de rufianes, de malnacidos dedicados a destruir todo lo que se edificó durante siglos de luchas y a dejar la palabra democracia reducida sólo a eso, a una palabra vacua, sin contenido, ajena por completo al interés general, incluso a su origen etimológico. Y no es que exista una desafección de los europeos conscientes hacia la política ni hacia Europa, es que los personajillos que desde hace años dirigen Europa –inmensamente mediocres sean de la nacionalidad que sean- son desafectos a los europeos, lo que inevitablemente –si queremos sobrevivir- nos llevará a otra nueva revolución que barra la casa común de parásitos, mequetrefes, correveidiles y mediocres que no son capaces de ver más allá del cristal de sus gafas.
Fuente: bit.ly/U53z6r

Hubo Mini-Bombas Atómicas en las Torres Gemelas


Por Hedelberto López Blanch
El tiempo les ha dado la razón a los presidentes latinoamericanos que en 2005, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, Argentina, rechazaron integrar el Área de Libre Comercio (ALCA) promocionada por Estados Unidos. Hoy sus países estarían en iguales condiciones a las que padece México.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), informó que de una población cercana a los 110 millones, el 51,3 % vive sumido en la pobreza, es decir, 55 millones de mexicanos carecen de los recursos elementales para cubrir sus necesidades básicas.
Según Coneval, la cifra resulta aterradora al incrementarse la espiral de pobreza año tras año sin que existan visos de solución. En el 2008 el número de personas en esas condiciones era de 50,6 millones, principalmente en Chiapas, Veracruz, Tabasco, Baja California, Puebla, Jalisco, Guanajuato, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Chihuahua y el Distrito Federal.
Desde que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari aprobó en diciembre de 1992 el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), que entró en vigor en enero de 1994, el hambre y la pobreza se han convertido en males mayores de los aztecas, unido a la enorme violencia de los carteles de la droga en lucha por transportar esa mercancía hacia el mayor consumidor de estupefacientes en el mundo: el vecino Estados Unidos.
Una de las peores consecuencias del TLCAN es la de haber obligado a más de 2 000 000 de campesinos, junto a sus familiares, a abandonar las tierras que arrendaban por los bajos precios de los productos y el abandono gubernamental.
Al acordarse la libre exportación de mercancías, las empresas transnacionales y los agricultores estadounidenses (con enormes subsidios gubernamentales y modernas tecnologías de producción) inundaron los mercados mexicanos en detrimento de comerciantes y agricultores nacionales.
Los campesinos emigran en masa hacia las grandes ciudades donde les resulta sumamente difícil hallar trabajo y pasan a engrosar las filas de los vagabundos, o los más jóvenes tratan de cruzar las custodiadas fronteras norteamericanas en un vía crucis de inmigrantes clandestinos.
Las transnacionales de alimentos que operan dentro del país, se han convertido en las principales productoras, importadoras, exportadoras y prácticamente se han adueñado del control de la economía azteca.
Innumerables fuentes de trabajo se esfuman tras la compra y concentración de tierras por esas compañías, y por la utilización de nuevas técnicas industriales en la agricultura.
Pequeñas granjas han sido eliminadas por enormes emporios como Tyson, Smithfield, Pilgrims Pride que se han adueñado de la producción ganadera a la par que provocan contaminaciones del agua y la tierra por el afán de elevar las producciones sin cuidar el medio ambiente. Como aseguran sus directivos, al final, el país no es de ellos.
El maíz, alimento básico ancestral del mexicano cuya producción nacional abastecía a toda la población y quedaban excedentes para la exportación, ha sido prácticamente eliminado de sus campos desde la entrada en vigor del TLCAN, al cuadruplicarse las importaciones de esa gramínea procedente de Estados Unidos.
Con los aumentos en los precios internacionales de los alimentos, provocado muchas veces por compañías intermediarias (entre las que destacan Maseca /Archers, Daniel Midland y Cargill) que juegan con el hambre de los pueblos para enriquecerse, los precios de la tortilla de maíz son casi inalcanzables para los mexicanos.
Las cifras no mienten. Si antes del TLCAN el país gastaba 1 800 millones en importar alimentos, ahora invierte 24 000 millones con alta dependencia en soya, 95 %; arroz, 80 %; maíz, 70 %; trigo, 56 % y frijol, 33 %.
Gracias al TLCAN, funcionarios del Departamento de Agricultura en Washington señalan que en los próximos años, México deberá adquirir el 80 % de los alimentos en otros países, principalmente en Estados Unidos. 
Llevada de las riendas del Tratado de Libre Comercio, muchos analistas consideran a la nación azteca una dependencia de Washington, debido a las leyes neoliberales que permiten a las compañías extranjeras utilizar mano de obra barata para sus producciones, explotar sus recursos naturales, extraer petróleo a precios preferenciales y exportar los excesos de mercancías norteamericanas hacia ese país.
Mientras esta situación ocurre en México, un reciente informe de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) señaló que ese flagelo ha disminuido en la región y actualmente afecta a 168 millones de personas, equivalente al 30 % de la población, aunque, agrega, se trata de la más baja en las últimas tres décadas.
Para la CEPAL, los niveles de pobreza continuarán reduciéndose aunque a un menor ritmo, hasta cerrar el año en una tasa del 28,8%, equivalente a 167 millones de personas, gracias al crecimiento económico y a la moderada inflación.
En los últimos años, varias naciones entre las que destacan Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua y Brasil posibilitaron que las cifras de pobreza se redujeran al llevar adelante políticas sociales a favor de sus habitantes y tomar medidas para que las transnacionales no saqueen sus economías.
El incremento de la desigualdad es otro aspectos que golpea a la nación azteca ya que mientras más de la mitad de la población no puede acceder a sus necesidades alimenticias, educacionales o de salud, solo ocho magnates nacionales poseen una fortuna de más de 90 000 millones de dólares que equivale al 10 % de Producto Interno Bruto (PIB) del país.
El Tratado ha permitido el enriquecimiento de una minoría criolla, a la par que posibilitó a Washington mantener un mayor control sobre la economía azteca en detrimento de su pueblo.
hedelbertol@gmail.com
Fuente: http://www.aporrea.org/internacionales/a156101.html