“Pierde” el tiempo con lo que realmente importa.

La vida es tiempo al fin y al cabo.
El poder conoce esta regla a la perfección y su principal objetivo es robarnos ese tiempo, o lo que es o mismo nuestra vida, ya sea mediante la escuela, el trabajo asalariado, la política, la crisis económica… Pues el fin es que tu tiempo ya no te pertenezca a ti, para vivirlo, para disfrutarlo, para compartirlo con quien quieras, sino a tus amos, para disponer de él en beneficio propio. Es cierto que han cambiado los métodos, pero los fines siguen siendo los mismos.
La dominación de finales del  siglo XX y XXI ya no es tan obvia como las de siglos anteriores, sino que ha sido maquillada de tal manera que si antes el poder imponía su voluntad mediante la fuerza, ahora ya ni siquiera tiene esa necesidad, pues el ser humano ha aceptado cambiar cada eslabón de las cadenas que antes le esclavizaba por una hipoteca, un contrato de móvil, un crédito…. ¿Existe alguna forma de dominación más eficiente en la cual el propio dominado no percibe su esclavitud y en la mayoría de los casos la exige? Como decía Goethe: “Nadie vive más esclavizado que aquellos quienes falsamente creen ser libres.”
Y todo ello porque nos olvidamos de lo esencial, de lo único que realmente nos pertenece, de la piedra angular en todo este siniestro juego, pues sin nuestro tiempo, el poder jamás podría cumplir sus objetivos.
Porque tal vez para librarnos de nuestras cadenas debamos invertir el tiempo de una manera muy diferente a como hasta ahora lo hemos invertido, es decir, renunciando a todo aquello que favorece que el sistema sea como es. Porque tal vez ese tiempo mal invertido sea en realidad nuestro autentico carcelero.
En el anterior artículo mencione una frase de uno de mis libros favoritos, en el cual existe otra de igual o mayor belleza y de igual o mayor transcendencia. Espero que os sirva (como a mi me ha servido) para comprender un poquito más que significa realmente el tiempo, es decir, la vida.
“Es el tiempo que has perdido con tu rosa lo que la hace tan importante. (…) Los hombres han olvidado esta verdad. (…) Pero tú no debes olvidarla”. El Principito de ANTOINE DE SAINT-EXUPERY